Perder para ganar

2 10 2010

Los que se jueguen ya no serán nunca locales, sino de toda Extremadura. Ése es el gran abrazo de Cáceres

A nadie le gusta perder. Los focos sólo se fijan en los líderes cuando están en lo más alto del podium, nunca cuando durante meses, durante decenas de partidos, de puntos jugados por otros, ni ganaban ni eran protagonistas. Sólo ellos saben lo que se sufre, la decepción que implica el silencio de los demás y mortificarse por lo que opinarán los más cercanos, los que más te importan, y que están impacientes porque ese momento llegue. Nos pasó con la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos, como españoles; y nos ha pasado esta semana con la de Cáceres a capital europea de la cultura, como extremeños. Es tan difícil ganar la primera vez que disputas un partido como disfrutar el día que te estrenas te en el amor.


Lo más importante que nos lega este primer esfuerzo por la capitalidad cultural es la unión de toda la sociedad extremeña en torno a Cáceres. Ese cimiento a la extremeñidad como un sentimiento común no lo consiguieron ni los equipos de fútbol o baloncesto que alcanzaron la primera división y que normalizaron la imagen de Extremadura en los noventa. Lo segundo que ha regalado Cáceres al resto de la región es la profundidad de su abrazo. En términos microeconómicos, se traduce en la participación ciudadana para que esa unidad se palpara; quedan para siempre obras y eventos que ha disfrutado y que aún tiene pendientes la ciudad. En términos macroeconómicos, la identidad cultural por la que apostó Cáceres -como puente entre Europa y América- ha descubierto un oceáno, el Atlántico, que está tan cerca como nuestro futuro común con Portugal; que estará aún más cerca tras escuchar del ministro de Fomento que se licitarán todos los tramos españoles del AVE el próximo año, y que Portugal mantiene 2013 para llegar a Caya. Aunque se retrase la conexión entre Poceirao y Lisboa, el castellano y el portugués son idiomas mayoritarios en el continente, incluso en parte de la costa africana, para una sociedad del conocimiento que ya está ahí.


Horas antes, la Asociación Extremeña de Cooperación Este-Oeste (AECEO) presentaba un Grupo de Interés donde están representados todas las influencias que posibilitarán un flujo comercial entre centroeuropa y esa salida al Atlántico. No sólo Vara repite en la épica, también las diputaciones, las cajas extremeñas y una Fundación Europea de Yuste que hace muchos años ya descubrió en el humanismo de Carlos V la seña de identidad que simboliza nuestra senda autonómica: un monarca de origen centroeuropeo que alcanzó a ver más allá del Atlántico. Nos quedan más partidos por jugar. Cáceres lo hará otra vez. Cualquiera de los que jueguen otras ciudades o estrategias ya no serán nunca locales, sino de toda Extremadura. Ése es el gran abrazo que nos hemos regalado tras el debut. Y es el que habrá que reconocer cuando los focos se enciendan. El día que debutó Messi -el maestro de la diagonal, con permiso de Franz Hals- metió un gol de vaselina. No volvió a jugar con asiduidad el resto de temporada. El miedo es ajeno cuando descubren que hay madera de media punta campeón. Messi ya es el mejor del mundo sin dar una patada al contrario. Sólo él sabe qué sintió cuando, pese a hacerlo todo bien durante aquellos pocos minutos, no jugó el siguiente partido. Hasta que consiguió la titularidad: ¡Gracias, Cáceres!


Diario HOY. 2 de octubre de 2010

Libro: “Carlos V, el César y el Hombre”. Autor: Manuel Fernández Alvárez. Espasa Calpe. Madrid, 1999. 887 pags.

 

 

Sitio recomendado: Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía. Madrid