A Vara le han creado una ficción animada en Internet, un antihéroe con corbata, que trabaja para otros, como tantos padres extremeños
No se trata de ganadores ni de perdedores. La sentencia nos abre vías de diálogo», dijo el presidente Fernández Vara tras las resoluciones del Tribunal Constitucional que anulan sendos artículos en los proyectos de estatutos de autonomía de Andalucía (PSOE) y Castilla León (PP). Vara, antes de pavonearse en los medios, como un goleador ante la grada, se apuntó a la normalidad: «El agua cohesiona a este país y tenemos que dialogar entre comunidades autónomas y entre los partidos». El agua -como en aquel spot automovilístico de Bruce Lee- arrasa ciudades cuando un seísmo la convierte en tsunami y reduce el riesgo de contaminación radiactiva cuando enfría los reactores de una central nuclear. Es el mismo elemento. Capaz de alterar hace unos años la irracionalidad normativa en regiones tan dispares, sin que unos, otros, o su oposición política, repararan en ello; pero también riega de necesaria calma territorial cuando el poder de la fuerza se basa en la luz, en la coherencia de la razón. Agua, que nunca es la misma en el mismo sitio, no conoce fronteras. Fluye, se evapora, se congela, cae o corre por ríos que llevan agua de todos; o de nadie, cuando desastres -como el que vive el pueblo japonés- refrescan lo insignificante que somos y apelamos a la Biblia para que cese el Apocalipsis en un océano llamado Pacífico. Hasta el comisario europeo de la Energía, el alemán Öttinger, lo hizo para justificar el cierre de las plantas atómicas más antiguas de Alemania, y frenar así el riesgo -no el radiactivo, sino el electoral- para su coalición (CDU) porque la corriente verde les ahoga.
A la Junta y al PSOE de Extremadura, en plena vorágine estatutaria, hace cinco años, se le encendieron luces de alarma y recurrió. Extremadura se alineó con la Constitución para impedir que el Estado pierda el agua; con el mix energético que reduzca riesgos y dependencia externa, antes de saber de Fukushima o Libia, y con el realismo para sortear tal poceta que no permite que apaguemos si queremos alcanzar competitividad tecnológica y el orden social que muestra Japón para reponerse de más de diez mil muertos y una amenaza sin par.
A Vara le han creado ahora una ficción animada, Mr. Guille, en Internet, realizada por una joven empresa extremeña. Es un antihéroe, tocado con corbata verde y gafas, delante de un ordenador y de papeles, como otros ‘padres’ extremeños que se levantan temprano para que sigan navegando o para abrir compuertas a los que vienen detrás. Devuelve a la campaña electoral el interés por una política que necesita iluminar rumbos con normalidad, con el mismo esfuerzo que despliegan los japoneses anónimos para sobreponerse, sin hacer daño al adversario, con la vocación por el otro con la que 50 ingenieros aún se exponen. En un mundo donde izquierda y derecha se reducen a quién crea y quién destruye, las estrategias de campaña sirven para destilar el aroma de cada uno: o la luz, o las tinieblas. Sólo en quienes cumplen con su diaria obligación encontramos hoy a los héroes. Y, por lo visto esta semana, Extremadura tiene los embalses que rebosan. Para unos y para otros.
Diario HOY, 19 de marzo de 2011
Libro: “El río de la vida”. Autor: Norman Mclean. Traducción de Luis Murillo Fort. Libros del Asteroide. Barcelona, 2010. 314 pags. 18,95 €
Sitio recomendado: Corredor ecológico del arroyo Bembézar, afluente del río Guadalquivir. Azuaga. Extremadura.