Confesiones guadalupenses

2 04 2010

Guadalupex se ha reunido con 150 hermandades y tiene ya 5.000 firmas reclamando una solución para el “Gibraltar extremeño”

España no es un Estado laico. Es aconfesional, que no es lo mismo. No tiene ninguna religión oficial pero colabora con distintos credos: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”, dice el art. 16 de la Constitución. El laico, por contra, no establece tratados de colaboración, y rechaza en los cargos públicos manifestaciones de caracter religioso.

Tras la festividad oficial de San José y en plena Semana Santa, parece evidente que España no es laica. En virtud de las relaciones de cooperación con la Iglesia Católica -mayoritaria en nuestro país- y con el resto de confesiones, no debe extrañar que el ayuntamiento socialista de Oliva de la Frontera promocione su Pasión Viviente, que desde los consistorios se subvencionen cofradías, o que el Estado renueve un Concordato con el Vaticano. Pero, aunque la Iglesia no se rija por una Constitución y por los mismos derechos universales para hombres y mujeres, la interpretación de esa cooperación se antoja de ida y vuelta. Así lo entendió el entonces Obispo Antonio Montero cerrando con la Junta de Extremadura una comisión mixta para recuperar el patrimonio religioso y, sobre todo, inició un camino de adecuación de las provincias ecliesiásticas con el nuevo mapa e identidad extremeña, que tiene su primer hito en la unificación de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, y una espita para disipar el localismo que por entonces enfrentaba en el fútbol y en la política a ambos municipios.

El 21 de mayo de 1985, con Ibarra en la Presidencia de la Junta, se determinó que el Día de Extremadura sería el 8 de septiembre, festividad de Ntra. Sra. de Guadalupe. De forma expresa, quedará recogido en el próximo Estatuto de Autonomía cuando lo aprueben las Cortes Generales. Pero el símbolo religioso de la extremeñidad no pertenece a alguna de las provincias ecliesiásticas extremeñas. Guadalupe, y otros 30 municipios, pertecen aún a la Archidiócesis de Toledo, pese a los esfuerzos del mismo Obispo Montero, del actual de Coria-Cáceres, Francisco Cerro, o del propio sacerdote de Guadalupe, Gregorio Carrasco. La Iglesia, de momento, hace oídos sordos a esta reclamación legítima; a lo firmado por ella misma en el Concordato; y a lo aprobado en el Concilio Vaticano II: las divisiones eclesiásticas coincidirían con las civiles. Es la otra cara de la cooperación, la que cimenta también el modelo territorial y democrático de nuestra Constitución. La Asociación Cívica Guadalupex, presidida por el químico inorgánico García-Plata, se ha reunido con 150 hermandades de Coria-Cáceres y tiene ya cinco mil firmas reclamando que se solucione “el auténtico Gibraltar extremeño” -según sus palabras. La Asamblea ha aprobado por unanimidad sumarse a ese manifiesto. Pero antes de que acusen al poder político de inmiscusión en las tareas de la Iglesia, atiendan a García Plata, atiendan a Guadalupex, atiendan a los fieles. El próximo Estauto nacerá con ese horizonte. Lo político ya lo ha puesto ahí, en su parte.

Falta otra.

Libro: “Los libros miniados de Guadalupe”. Autor: Arturo Alvarez Alvarez. Historia 16, 1998. Ago, 22 (268). 107 libros miniados de un histórico scriptorum se guardan en el Museo del Monasterio

Sitio recomendado: Real Monasterio de Guadalupe. Extremadura.