El periódico económico Cinco Días distribuye cada semana un suplemento, Excellence, destinado a cultivar el liderazgo, la gestión y la toma de decisiones, avalado por las cuatro escuelas de negocio más prestigiadas del país. En su número 33 se desarrollan artículos como “Inconformismo equilibrado”, “El poder de escuchar” o uno que me llamó la atención especialmente: “Conecta contigo mismo”, en el que la famosa entrevistadora estadounidense Oprah Winfrey relata cómo le cambió la vida a partir de derrotar a doscientas libras de peso que le crispaban.
Estos juicios no están muy lejos del trabajo que se realiza desde la psicología deportiva. Un experto profesor de la Facultad de Ciencias del Deporte de la UEX me aseguraba que “los doscientos primeros tenistas de la ATP ejecutan los mismos golpes, con la misma perfección, durante todos sus entrenamientos. La única diferencia entre los diez primeros y el resto es que ellos logran repetirlos en situaciones de máxima presión”. No discurrirán estas líneas en redescubrir aquí los libros de autoayuda o el diván del psicoanalista. Pero en algo tan colectivamente relevante como las políticas y los poderes públicos, no estaría de más prestar atención a los condicionantes que inspiran/obligan a sus protagonistas para formarnos una correcta opinión de los mismos. La autoestima, la seguridad en las decisiones, el pluralismo, el progresismo, la solidaridad… son términos -unas veces- y conceptos -ojalá siempre- que se emplean en la retórica pública con excesiva trivialidad, sin analizar si los procesos previos (escuchar a todos los interesados, evaluación de los avances previstos, optimización de los recursos…) avalan realizar o no tal juicio y –también- si están asentados los equilibrios personales o colectivos de quienes ejercen esa responsabilidad.
Frente a esta actitud, decenas de gestores culturales, emprendedores, creadores en definitiva, predican las excelencias del triángulo: “Desaprender para aprender-Aprender para Ser-Aprender para emprender”, aplicado al desarrollo de aquella idea, de aquel sueño que hemos horneado desde adentro, para encontrar primero nuestra felicidad y, con ella, contribuir al desarrollo de nuestra tierra.
Este bucólico concepto de la vida no puede esconder el legítimo derecho de quienes desean rentabilizar sus inversiones: el tiempo y patrimonio que ha supuesto el desarrollo de una idea o iniciativa. Derecho limitado siempre por el respeto a los límites consensuados del imperio de la ley y –si han presumido de un localismo para involucrar al resto de su sociedad- devolviendo a la misma una parte de esas rentas que, al final, se trataría de una reinversión en formación, sanidad o infraestructuras, en futuros clientes o empleados para seguir progresando social y empresarialmente. Esta colección de artículos forman parte en su mayoría de las columnas de opinión que publico cada semana en el Diario Regional HOY de Extremadura -a quienes siempre agradeceré su elección-; además, se relacionan con otra decena de ellos que, bien en la revista Vivir Extremadura, bien en las revistas que COPE Badajoz lanza con motivo de las ferias o el Carnaval de Badajoz he publicado durante los últimos años. En todos los casos, el único motivo fue exponer la idea, sabedor que ésas se enriquecen gracias a la participación de los demás.
Periodismo con los cinco sentidos
Pero, como no podía ser de otra forma, las nuevas tecnologías de la información posibilitan que ese “periodismo con los cinco sentidos” que defiende Ryszard Kapucinski se convierta en realidad. Con cada una de las columnas publicadas en prensa escrita, este blog enriquece su significado con vídeos musicales, escenas de cine o televisión, libros o sitios de visita recomendados, para que cada una de ellas constituya un mar de sensaciones más allá de lo que expresa el autor en el texto. El lector podrá percibir con sus cinco sentidos la profundidad de las ideas expresadas, en origen, a través de la palabra y el mensaje se enriquece de varios canales y de la sugestión.
Cuando la autoestima personal está arraigada no es necesario que el localismo sea excluyente. Cuando se tiene como horizonte alcanzar la felicidad, la propia como parte del todo, no sería necesario apelar a conceptos como “sentido de Estado” para alcanzar la paz, sería el objetivo en sí de la acción pública. Cuando uno no antepone su beneficio personal al colectivo, los rendimientos son tan legítimos como necesarios para que la propia sociedad pueda redistribuirlos en nuevas políticas públicas. Cuando cada persona logra materializar un “quiebre” en su vida, doméstico como el de Oprah Winfrey, y comienza a materializar una idea, contagia el “buen rollito” a los que le rodean y emprende un camino más o menos extenso que le permite ser bautizado con el término “progresista”. Porque sólo es conservador aquel que –independientemente de dónde o con quién milite- prefiere que las cosas se mantengan como están, para que continúen los mismos flujos de información-inversión-rendimiento, cumpliendo aquella máxima que afirma que “toda organización es conservadora porque pretende siempre perpetuar sus estructuras y sus personas”.
Es, por tanto, digno de alabanza que aquellos que están instalados con holgura y continuidad de apoyo arriesguen cada día como los buenos jugadores de póquer. Que arriesguen en la búsqueda de la paz, en revolucionar el desarrollo de una región, en abrir una nueva planta industrial, en financiar el uso del biodiésel, el refino o el hidrógeno, en enterrar el pasado militar de una ciudad utilizando el comercio, las mercancías y los ciudadanos pasajeros en la sangre que comunica venas y arterias de ambos hemisferios. Con ello, se ganan el epíteto de progresistas. Y si, además, el fracaso es observado como parte de esa trayectoria, como un hecho obligado para quebrar con otro cambio, el progreso perpetúa en la misma dinámica.
Pero no todo progreso es solidario. No desde el concepto católico que degenera, demasiadas veces, en beneficencia para tranquilidad del propio corazón, sino aquél que es capaz de diseñar también fórmulas de devolver a la sociedad parte de sus beneficios, más allá del sistema impositivo: Derechos sociales, investigación y desarrollo, patrocinio, mecenazgos, formación en recursos humanos, uso comunitario de infraestructuras privadas… Y ahí, es evidente, no caben localismos ni nacionalismos excluyentes, y mucho menos juicios lesivos contra el inmigrante mientras nadie demuestre que el talento tiene ADN localizado.
Quién soy
Soy hijo de la España de los 80 y nieto, en una octava parte, también de Portugal. De Felipe González, de Ibarra, de Manolo Rojas; de Badajoz y de Barcelona; de barrio y de capital. Hermano “político” de Fernández Vara y de Zapatero y hermano “mayor” de Carlos, de David y de la Cofradía de los comerciantes de Badajoz. Soy hijo del comercio pacense y padre de un niño nacido en Badajoz pero escolarizado en Mérida. Fútbol y baloncesto; sin embargo, practiqué voleibol y tenis; del Barça, del C.D. Badajoz y del Cerrito; de los libros, del cine, la televisión y la música. Coetáneo de D. Felipe de Borbón: Estaré a su lado para la defensa de un Estado plural y democrático de derecho. Quiero que Cáceres sea Capital Cultural en 2016 y que se constituya una eurorregión en la periferia hispano-lusa con Badajoz como epicentro natural. Me muevo por mi imaginación sólo con el ánimo de alcanzar cada día más modernidad y progreso social.
Mi primer libro fue “Platero y yo” pero me desvivo por la literatura iberoamericana, más allá del realismo mágico; Mi primer concierto fue Tequila pero me quedé en la creatividad del letrista en los ochenta; mi primera película en un cine fue Ben-Hur, pero no hago distingos ante cualquier film de calidad; soy periodista y licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona en 1992, año de los JJ.OO. Barcelona´92 y de la Exposición Universal en Sevilla. Entiendo el castellano, el inglés y el catalán.
Con estos propósitos nace este blog. Como fruto -¡Cómo no!- de un quiebre capaz de generar la autoestima en quien escribe y con el fin de difundir el conocimiento, con el único rendimiento de que sea compartido por todos, “desde el papel hasta la web”, como titulara el nunca olvidado Fernando Tomás Pérez González a la gran exposición sobre la evolución del trasvase de conocimiento en Extremadura. Sea su ejemplo lo que ilumine los propósitos de esta publicación digital. Y su amor regeneracionista por Extremadura.