Se ha firmado estos días un convenio entre la UEX y la empresa Iniciativa4 para difundir el proyecto Hidronatura, la clave de bóveda para que el campus universitario extremeño alcance su condición de excelencia, y basado en las posibilidades del agua. En ese espacio, coincidirá también otra iniciativa de la empresa privada, basada en energías renovables, a cargo de Cetiex.
El agua templa y enfría los aceros, depura y calma los ánimos, los embalsa. Es el líquido que nos renueva cada día. Un sorbo facilita que se activen los circuitos de nuestro cuerpo. Por eso, es el más preciado de los tesoros, un cofre que todos debemos proteger, sin excepción. Nuestra tarea común pasa por cuidarla, protegerla, porque el agua es la fuente de la vida. Nos une ante el fuego. Coincidimos en que nunca debería quemarse el bosque, ni siquiera un árbol. Por eso, debemos apagar muy bien los cigarrillos sobre bases de piedra o aluminio, que terminarán enfriándose con su limpieza.
El agua riega la tierra. Bautiza, para los creyentes. Hace crecer a los frutos. El agua la refresca, la aplana y asienta el polvo al suelo. Es la mena en cualquier mina, capaz de solidificar la erupción de lava y fuego en la isla del Hierro, ganando más tierra. Agua que sobre piedra o madera resbala y que sólo el calor de la luz, el viento y el tiempo logran secar. El agua con la tierra y labrada a mano es arcilla en manos del alfarero. El agua congelada es el hielo que sólo el hierro corta y que para conducir hasta a los coches hay que ponerles cadenas, o raquetas en los pies si queremos caminar por ella. Lo demás, sólo golosinas que te van ofreciendo a lo largo de la vida. Pero nunca debemos olvidar el agua.
Depurarla renueva el ciclo, nos bautiza con cada hectólitro que brota nueva, dispuesta a ser bebida por los seres vivos y nos regala la luz de la paz, que también ofrece el sol sobre una lámina de agua embalsada. Pero el agua, si no se mueve, si no corre, termina por estancarse, por pudrirse, y permite que los microorganismos infecten el círculo de la naturaleza.
Todo esto lo enseña la vida, que camino cada día para legar a mi hijo la más preciada herencia: que se hace camino al andar y sin volver la vista atrás en cualquier momento tu estela terminará en el mar. Así pues, señores, señoras, damas, caballeros, juguemos todos a cambiar el rol extremeño, y no tirar por la borda nuestro común futuro. Así es cómo se demuestra el amor por donde se vive y donde -si uno lo desea- pasa los últimos días. Es el amor el quinto elemento que une todo lo anterior. El amor si es verdadero, si es puro, limpio y cristalino como el agua, nueva del deshielo o ya depurada, termina triunfando. Sólo hombres y mujeres con el corazón noble se entregan a su pareja confiando en ese amor. Así pues, señores, envainen y cubran las espadas, pensemos en educar y cuidar a los hijos, y si montan algo, en este siglo XXI y en este nuevo milenio, serán coches, motos o bicicletas. Lo demás, son juegos de cartas, como me enseñó mi abuelo, un honrado labrador que, tras la guerra, fue cocinero de hospital. Era un experto en la cuatrola, un juego para trabajadores, donde nadie miente porque combinas las cartas dadas. Pero a quien se lleva la última mano, le apuntan las diez de monte.
Diario HOY, 14 de octubre de 2011.
Libro: “Badajoz, Tierra de agua”. Autor: Juan-Pedro Plaza Carabantes. Diputación de Badajoz, 2008. 261 páginas. Books-google.es.
Sitio recomendado: Pantano de Piedra Aguda. Olivenza. Extremadura