Ad líbitum

23 09 2011

La derecha portuguesa se pronuncia sobre el AVE como la española con el impuesto de patrimonio: cada día se abstiene en una cosa distinta. Dependiendo del sitio y el momento, decide y se desdice. Ahora, Passos Coelho ha cambiado la “alta velocidad” por la “velocidad elevada”, inferior a 250 km/h, y se propone ahorrar el coste construyendo una sola vía electrificada de ancho europeo. No será un AVE, sino lo que temía la derecha extremeña para el tramo español de la línea Madrid-Lisboa. En esta Europa del capital y las mercancías, antes que las personas, el gobierno luso al menos decidió no enterrar del todo su conexión con el continente para dar viabilidad a su plan “Portugal Logístico”, que preveía once plataformas estratégicas y siete puertos marítimos en plena actividad. Sólo la línea de mercancías que una Setúbal con Badajoz pasaría por el Logz-Atlantic Hub de Poceirao; Auto-Europa Volkswagen de Palmela; el Sapec-Bay de Arrábida; la terminal multiusos de Setúbal y su parque empresarial; el de Vendas Novas y el Quimiparque. El puerto comercial de Sines, dentro de ese distrito, es desde junio puerto preferente para la plataforma del suroeste de Badajoz, plazas de entrada y salida mercantil para ambos Estados de la UE.

El alcalde de Badajoz, Miguel Celdrán, se conforma: “en dos horas, o dos horas y diez, pero que conecte a Lisboa con Madrid”, ha dicho con resignación cristiana. Sabe que cabría otra solución, peor: su suspensión, también como línea de mercancías, sepultaría la expectativas comerciales generadas en Badajoz y para el resto de Extremadura. “Más despacio, pero todos juntos”, repetían Ibarra y Vara para definir el modelo de desarrollo de la región. Ahora, la derecha, de un lado y otro de la frontera, comienza a percibir que los límites de velocidad no son lemas para el deporte especial; o un “capricho” de Rubalcaba -ave de presa antes que resolviera unánime la Audiencia Nacional- para reducir el consumo de energía y, de paso, salvar vidas, o viceversa; el movimiento tan prestíssimo que solicitaban cuando la culpa de todo era de la “otra” Junta, se acepta ya como lento moderato, aunque el marketing lo revista de adagio hasta que se presenten los presupuestos en Mérida y en Madrid: ¿A quién culpar entonces? ¿Al director de la orquesta de Extremadura; esa entidad que llena el palacio de congresos de Badajoz; la que completa el atractivo de una plaza que en el Eje 16 dispondría de AVE con estación de pasajeros, aeropuerto y una oferta cultural que no se dirige –precisamente- a los que ansían que esto cambie para encontrar empleo sino a directivos que residirían ahí con tal enclave? Cada día queda menos tempo para culpar a los demás, para apropiarse de las ideas o rescribir la historia: el intérprete o el músico podrán variarlo como lo deseen, pero nunca alterar las notas. El pueblo nos cede interpretar la pieza según su estado de ánimo, con o sin el instrumento que se indique en la partitura. Pero, sólo con resignación cristiana, sostenuta en el discurso y en la práctica, esta liturgia no invita a celebrar fiesta alguna. A este paso, no habrá ni orquesta detrás que acompañe al santo, que transmite morendo a sus músicos. Si no lo ha ordenado ya… que es lo que temo.

Diario HOY, 23 de septiembre de 2011.

Libro: “Las bodas de Fígaro: ópera en tres actos”. Lorenzo da Ponte / Wolfgang Amadeus Mozart. 1989. 108 pags.

Sitio recomendado: Puerto comercial de Sines. Distrito de Setúbal. Portugal.