Ibai Uriarte, el niño con 4 años de Zarátamo que recibió cinco transplantes a finales de diciembre, podrá ir al colegio. Nació con un tumor exagerado que resultó proceder de un embrión gemelo, un feto parásito enquistado. Gracias a una familia portuguesa -hígado, estómago, duodeno, intestino y páncreas de su hijo fallecido- ha recibido el alta esta semana. Primero, en el Hospital público La Paz, de Madrid; allí, el cirujano pediatra Manuel López Santamaría -apellidos de prestigio médico para Badajoz- realizó el transplante. Después, en el Hospital público de Cruces, en Baracaldo, donde antes le extirparon el cáncer. Dicen estos funcionarios que en los niños se reduce la probabilidad de rechazar los órganos injertados. Ibai deberá pasar revisiones periódicas, cuidar las deshidrataciones y evitar las infecciones oportunistas.
La pasada noche escuché de Jesús Eguiguren que confiaba en una solución feliz para la sociedad vasca. Relataba sus encuentros con Josu Ternera; al final, los dos eran padres y pensaban en el futuro de sus hijos. Desde cada orilla, ambos sabían que sus hijos no tendrían futuro si tuvieran que vivir más años con un feto parásito, con un tumor como la violencia enquistado en las bilis. “En los niños se reduce el rechazo de los órganos injertados”, les dijo el especialista. Después de todo lo pasado, Javier Uriarte es optimista: “Nos queda un largo camino por delante; hay que tener paciencia”. El padre de Ibai contó que el chaval está deseando ir a la ikastola.
De momento, deberá llevar mascarilla para evitar contagios y enfermedades porque aún mantiene las defensas bajas: “Es lo único que le distingue de los demás”- dijo con orgullo. Como el resto de familias españolas y europeas, a los padres de Ibai ya sólo les preocuparán los costes de la vuelta al cole, ese sitio donde otros funcionarios -maestros y profesores- te enseñan a redactar cartas sin faltas de ortografía. Se preguntarán por qué no existirán libros genéricos, como sucede con los medicamentos, para llegar al final de este septiembre sangriento para el bolsillo. Todo esto bien vale un sacrificio para que Ibai, mañana, pueda renovar a esos médicos y docentes que constituyen el pilar básico de una sociedad, siempre que a ningún iluminado se le ocurra desmantelarlos, como está ocurriendo en Madrid. Ibai, como la mayoría de niños europeos, irá a una escuela pública o concertada. Sus padres no pueden pagar un colegio privado; y si su solución quirúrgica la tasaran los mercados, Ibai hubiera muerto, como la esperanza de la sociedad vasca. La solidaridad tras una donación de órganos de tu hijo muerto jamás tendría un precio. Todo está en el aire. Comenzamos a tirar de mascarillas para soportar tantas “infecciones oportunistas”, sabedores de que el estado del bienestar ahora se encuentra con las defensas bajas. Si alguien retirara la educación y la sanidad de la lista de derechos adquiridos, el cáncer de la violencia podría reproducirse por las calles con todos sus riesgos. Pero, como el padre de Ibai, aún somos optimistas: “Nos queda largo camino por delante; hay que tener paciencia”.
Diario HOY, 9 de septiembre de 2011
Libro: “La cuestión vasca: claves de un conflicto cultural y político”. Autores: Josetxo Bereiain y Roger Fernández Urbieta. Editorial: Proyecto a Ediciones, 1999. Biblioteca Episteme. 271 pags.
Sitio recomendado: Santuario de Ntra. Sra. de Aránzazu. Patrona de Guipuzcoa (9 de septiembre). Oñate. Euskadi. España.