20 N

6 08 2011

Ocupará este año sitio en Sol y nos alejará para siempre de la plaza de Oriente

Por séptima vez en la historia de la democracia, las elecciones en España se adelantan. El anuncio realizado por el Presidente del Gobierno de fijar la cita el 20 de noviembre entierra todas las especulaciones previas. Hasta el miedo de que un hipotético pacto con el PNV para los presupuestos de 2012 nos hurtara la red transeuropea de mercancías (Eje 16) que une Sines-Algeciras con Madrid y París, se disipa como el humo de una fogata con este adelanto. Y, tal y como sucedió con Portugal -hoy intervenida por la Unión Europea pese al cambio de gobierno a favor de los conservadores del PSD- la futura decisión de los españoles no cambiará esta crisis financiera internacional ni vislumbra otro escenario de esfuerzo con que afrontar el déficit -mayor el privado que el público- si no es con rigor, reformas y decisión. Nada ayuda esas lecturas apocalípticas que horadan el prestigio del país en el exterior y ahuyentan a los inversores.

Pero el 20-N no es simplemente una cita a las urnas. Pese a que nadie desee reconocerlo, el volumen informativo que generará una campaña electoral enterrará también la asociación de estas siglas a cualquier conmemoración anticonstitucional. El 20-N será a partir de este año una fiesta democrática y nunca más un homenaje al fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange en 1936; ni al fallecimiento del general Franco en 1975; máxime cuando hasta historiadores nada sospechosos de “revisar la historia” como Ricardo de la Cierva sostienen que la muerte del dictador se produjo un día antes pero se hizo coincidir con el “Día del Dolor” para grabar en nuestro calendario un hito eterno. Más eficaz que cualquier ley para la memoria histórica, un nuevo tiempo superará a otro. Nostágicos del franquismo o ultraderechistas de cualquier ámbito tendrán difícil usurpar con sus fotos y parafernalias los titulares de ese día. El 20-N de hace sólo cuatro años se llevó por delante la vida de Carlos Javier Palomino en el metro de Legazpi, en Madrid; y está señalado también por la violencia de los extremistas de izquierda y derecha con las ejecuciones de los nacionalistas vascos, Brouard y Muguruza. Nada mejor que los ciudadanos acudiendo en masa a las urnas para superar el odio y el rencor.

Será la democracia el mejor enjuague para tales propósitos. Una fiesta de la participación ciudadana ocupará la plaza del sol y nos alejará de la de oriente porque el riesgo de la involución siempre amenaza a las sociedades en crisis y alienta a los salvadores de la patria. Frente a ellos, se expondrán con toda legitimidad los distintos programas y candidatos. El Rey se ha apresurado a señalar que no es tiempo “de batallitas” y que los políticos “deberían hacer piña” para sacar al país de esta situación, donde ninguno sale inocente de la deriva. De hecho, los dos grandes partidos -PSOE y PP- presentan a dos candidatos nacidos de las trastiendas del Estado que proclaman su intención de desarrollar una campaña limpia, sin gurteles ni faisanes que los enreden en el desprestigio de lo público. Sería la gran victoria del 20-N para la nueva generación de españoles que esperan ser escuchados cada día y no tener que ocupar las plazas públicas para hacerse oir.

Diario HOY, 6 de agosto de 2011

Libro: “Los hijos del 20-N: historia violenta del fascismo español”. Autor: Mariano Sánchez Soler. Ediciones Temas de Hoy, 1993. 397 pags.

Sitio recomendado: Plaza del Sol. Madrid. España