El lado oscuro

30 07 2011

La derecha moderada debe tomar cartas en el asunto, limitar los discursos que alimentan el odio por el distinto

Durante la transición española, 1977, el cineasta George Lucas sorprendió al mundo con la primera entrega de “La guerra de las galaxias”. El universo se dividía entre estados independientes que conformaron la Alianza, y el Imperio Galáctico que pretendía someterlos bajo un solo poder. A los primeros, los defenderon los Jedis, sabios que dominaban la fuerza para que triunfara la luz de la democracia y la libertad. Los segundos, pese a formarse como esos maestros del talento y la mente, atravesaron el río del poder con el rencor, el odio y la destrucción del enemigo. Darth Wader -el caballero de negro- fue icono de la oscuridad, la ambición a corto plazo y la destrucción contra quien osara no ser como él. Filosofía de vida que no es nueva: el cielo y el infierno; el yin y el yang… coinciden en dos mundos que rigen nuestras mentes. La perversión de esta división se concentra en los “iluminados”. Se creen tocados por cualquier dios o ideología. Derivan en un radicalismo incapaz de frenarse ante los límites éticos del Estado democrático. Es el gran riesgo que amenaza a la derecha moderada europea. Se arriesga a morir devorada por el ascenso de los discursos xenófobos, ultras y populistas. Han sustituido el antisemitismo hitleriano por odiar al islam. Esa ola de partidos, revestidos de perversiones liberales -como para que el criminal noruego Anders Breivik fusilara a Stuart Mill antes de hacerlo con 76 jóvenes noruegos por ser socialdemócratas- asola al continente: El Partido del Progreso, donde militó el asesino, con un 23% de apoyo; los Verdaderos Finlandeses con un 19%; el Partido Liberal con un 17,5% en Austria; el Jobbik húngaro con un 17%; el Partido de la Libertad en Holanda con un 15,5%; o el Partido Popular -hasta ocupan las siglas- con el 13,8% en Dinamarca. Todos apelan antes a culpar al extranjero que a preguntarse si su defensa de los valores “familiares” y del cristianismo “de boquilla” son magmas que engendran monstruos como el criminal noruego. Breivik estuvo doce años maquinando esa operación sangrienta de marketing, lo mismo que pasó sin ver a su padre, divorciado. Mientras la extrema izquierda no ha logrado atraer al centro izquierda a sus propuestas, la ultraderecha del Tea Party maniata al Partido Republicano en los EE.UU. y proclama el nacionalismo intolerante que es la antítesis a la democracia: Y eso vale para el RH que proclamaba el PNV; para los vídeos sin gracia de Bildu y para la campaña del PP en Badalona. Estos asesinatos demuestran que las ideologías perviven; y si la democracia no las tamiza en opciones legítimas, se convierten en amenazas. La derecha debe tomar cartas en el asunto, limitar los discursos que alimentan el lado oscuro: Es la democracia la que está en el origen de la paz; la que preserva, incluso, la libertad de expresión y de asociación que permite a estos partidos concurrir a elecciones. La seguridad absoluta no existe. Los terroristas -ultras vascos, islámicos, noruegos- consideran “necesaria” la sangre para alcanzar el “bien absoluto”. Y esa demagogia comienza a calar entre clases obreras, víctimas del discurso ultra liberal en la economía. Es posible, que los Jedis tengan que desenfundar su espada para defender la alianza. Pero, de momento, a los mortales aprendices sólo nos queda llorar ante la miseria que genera en la isla de Utoya la furia de un ser humano: Rubio, de ojos azules, pero militante del lado oscuro de la vida.

Diario HOY, 30 de julio de 2011

Libro: “Star Wars: Guía de la Galaxia Pop-Up”. Autor: Matthew Reinhart. Ediciones SM, 2008. 14 páginas.

 

Sitio recomendado: Isla de Utoya. Noruega